Luis Eduardo Aute conversa con autor. foto: Javier. |
Vestido
con camisa azul, pantalón crema y chancletas, Luis Eduardo Aute, un jueves de
abril, se encontraba en el patio interior de un hostal ubicado en Gibara, ciudad
marítima en el norte del oriente cubano. Es un hombre delgado que ya no luce
barba, como en los tiempos cuando cantaba junto a la banda Suburbano.
Su mentón
está afeitando y brilla con la luz de la mañana. El rostro advierte que
acumula los años suficientes como para haber sido protagonista en los sesenta,
los setenta y los ochenta. Una coleta para recoger un trocito de cabello canoso
se torna indicio de que sigue siendo un rebelde.
Llegó a
Gibara para presidir uno de los jurados del Festival del Cine Pobre, idea del
fallecido cineasta Humberto Solás que busca promover producciones concebidas
fuera de la gran industria. Aunque identificado por su obra musical, donde
sobresalen letras llenas de sensualidad y poesía, Aute ostenta una carrera
importante en el mundo cinematográfico. Por eso ha viajado hasta
aquí.
El jardín
en el que terminamos se encuentra limitado por una vegetación agradable, de
hojas largas y verdes, y flores que cuelgan en el aire como gusanos peludos.
Había dos mesitas, sillas, espacio donde se colocan los fotógrafos. Era media
mañana y, afuera, en alguna parte del pueblo, sucedía el festival.
¿Cómo
le ha ido en Gibara?
La estoy
pasando muy bien. Gibara es un pueblo encantador, muy bonito. Me habían hablado
de él, pero no lo conocía. La realidad mejora lo que me habían dicho, sobre todo
en lo que se refiere a la gente que lo habita. Es enormemente agradable y
cariñosa, y que se celebre un festival de este tipo aquí, de autor, de cine
independiente, es una heroicidad. Si el festival se convierte en un evento
popular, por diez años, es una celebración al cine por parte del pueblo. Me
parece que es única en el mundo esta aventura de aunar al pueblo con un evento
cinematográfico. No conozco otro caso parecido. Merecen todo el
apoyo.
¿Sabía
de la existencia del Festival?
Sí, desde
hace algunos años. No desde que se inauguró, pero sí hará unos tres o cuatro
años que tenía información. Me resultó muy grato que me invitaran.
Además
de presidir un jurado, ha venido como realizador gracias a su película Un
perro llamado dolor, del 2001, donde mezcla sus vocaciones. Por cierto, su
relación con el cine es menos conocida, pese a la referencia constante en sus
canciones. ¿En qué arte se siente más a gusto?
El cine
me interesó desde pequeño. Me gusta mucho, aunque he tenido incursiones muy
esporádicas. Hace muchos años rodé unos cortometrajes. Luego hice un
mediometraje para una serie de televisión y después vino Un perro llamado
dolor. También otra, que se distribuyó únicamente a través de libros:
Metamorfosis a mortal, de dibujos. Pero es en la actividad en la que
menos he trabajado. He dedicado todo mi tiempo a escribir poesía, a escribir
canciones y a pintar. Hago exposiciones con bastante regularidad desde la
primera que hice en el año sesenta. Sigo haciéndolas. En La Habana realicé una
antológica, en Bellas Artes hará como cinco años. Pero me preguntabas dónde me
siento más cómodo… pues en la pintura, seguramente. Es una actividad muy
directa, no interviene nadie, es el pintor delante de su espacio en blanco y ahí
se resuelve.
En la
poesía intervienen menos personas.
En la
poesía intervienen las palabras…y aunque uno escriba en un papel, sin
intervención de nadie, tiene que pelearse con las palabras.
¿Es
difícil su relación con las palabras?
Es
complicada.
¿Por
qué?
Porque
intento ser muy riguroso con ellas, intento no traicionarlas, intento sacarles
ese máximo jugo. Me gusta mucho jugar con ellas, con sus raíces etimológicas.
Para mí, cada una es un mundo. Para lograr la palabra de un poema o de una
canción le he dado vueltas a muchas otras.
¿Cual
es la palabra más reiterada en su obra, la que más le gusta?
…
¿Rosa?
No.
¿Cine?
Aparece
algunas veces. No lo sé. ¿Qué palabra puede aparecer más veces?
¿Amor?
Tengo
muchas canciones de amor, pero no menciono la palabra amor…No, no aparece mucho
la palabra amor. La verdad no lo sé.
Leí
sobre una película que concibe hace 20 años. Su tema son el tiempo y el azar
¿Cuál es su relación con ambas palabras?
Azar es
una palabra que me gusta mucho y utilizo con frecuencia.
Es una
experiencia que estoy haciendo y no sé cuándo acabar. Ahora estoy en otra,
también de dibujos, para el próximo disco. Van a ser dos discos distintos,
veinte canciones, diez y diez. No será disco doble, sino dos distintos. La idea
es que los discos se editen por dos compañías diferentes. Resultará muy difícil
porque se odian y no hay manera de que colaboren. De modo que seguramente
saldrán los discos y un video, un DVD de media hora con dibujos sirve de puente
entre un disco y el otro. Uno se va a llamar El niño que miraba al mar.
Todas serán canciones nuevas. El otro, El Basilisco, monstruo
mitológico, casi perverso, que mata con la mirada, que es en lo que nos
convertimos todos con el paso del tiempo. Un poco la dialéctica entre la
inocencia… El niño que miraba al mar y El Basilisco, ese monstruo
que nos va devorando poco a poco con el paso del tiempo, se juntan. Esa
película, con dibujos animados, se va a llamar El niño y El Basilisco. En
principio saldrá todo en un mismo estuche, los dos discos y la película. La
estoy llevando a cabo y estoy a punto de terminarla.
La otra
que me mencionas supongo que no la terminaré hasta que no desaparezca de este
planeta, porque de eso se trata. Es una película a través de un cuadro, de un
autorretrato que va envejeciendo, que nunca se acaba, y que, cada vez que pasa
equis tiempo, envejece.
No
tiene gracia hacer una obra de arte que comience cuando uno
termina.
El
objetivo es la imagen que yo pueda tener de mi vida. Hace cuarenta años, más,
que empecé ese autorretrato. Faltó ilustrar desde que nací, pero no podía pintar
entonces. Es el proceso de un cuadro que nunca se acaba. Intervienen muchas más
cosas, muchos elementos; pero, el leitmotiv es ese cuadro que nunca se acaba y
que dada vez que lo retomo tengo que corregir porque las huellas del paso del
tiempo tienen que quedar evidentes. No sé a dónde va. Es una experiencia que
estoy haciendo. Está grabado, archivado, de alguna forma organizado... Pero,
como se trata del paso del tiempo…el protagonista es el tiempo, es él quien
decide cuándo lo acabaré.
Mencionó el término
inocente. En esta época, prácticamente sin futuro, ¿es costoso ser inocente? ¿Es
peligroso? ¿Es terrible?
Es
costoso, terrible, peligroso. Y es difícil. Es difícil mantener una cierta
inocencia. El mundo que estamos viviendo te obliga a todo lo contrario. Para la
supervivencia te exige ser un cínico, un insolidario y un egocéntrico. La
inocencia tiene una gran dificultad para vivir en estos tiempos. Pero creo que
todavía existe la inocencia. Me reconozco culpable por creer que aún existe la
inocencia.
Usted
llega a Gibara en momentos donde ha tenido que cancelar un concierto en España
por no vender todas las capacidades del teatro o algo así. ¿Cuál es el presente
del artista?
Fue una
decisión unilateral de la alcaldesa del pueblo, quien decidió por su cuenta
cancelar la presentación. Era un sitio pequeño y, sin pedir información, decidió
cortar y decir que era por falta de ventas. Faltaban unos días. No tiene ningún
sentido. Parece que hay motivaciones políticas. La alcaldesa es del Partido
Popular, que seguramente sentirá muy poco afecto por mí. Hay abogados que han
denunciado el caso, porque es un delito. No era un contrato con el ayuntamiento,
que nos cedía únicamente el lugar. De haberse cancelado, debí haberlo hecho yo o
mi gente. Y se hará ese concierto.
Están
cambiando muchas cosas en España. Le han querido quitar el nombre de Rafael
Alberti a una institución.
El PP
está arrasando con todo. Sacó el hacha y anda cortando cabezas.
Usó
antes el término “afinar el cine”. ¿Se afina el cine como se afina una guitarra?
Un poco
sí. Lo que pasa es que la guitarra se afina para que tenga un tono y el cine se
afina para que tenga ritmo. Hay planos un poco largos que hay que cortar. Otros
se quedaron cortos y hay que alargarlos. Durante el montaje hay que buscar
equilibrios para que se tenga un ritmo. Pero, a fin y al cabo, luego, también es
el tono de la película. Se parecen pero no es lo mismo.
¿Y no
trajo guitarra?
No. Estoy
de vacaciones.
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