de izquierda a derecha, tercero: franqui |
Pero, en la
clandestinidad, Franqui se había encargado de manera eficaz de la propaganda
del 26 de Julio, avivando el espíritu
de la lucha mediante fórmulas ingeniosas como las que debió usar para crear Revolución. Su labor clandestina le
había convertido en una figura experimentada que debió llegar a la Sierra
Maestra para dirigir Radio Rebelde, disposición que en los Altos de Mompié le convertía
en integrante del Secretariado del Movimiento. Sería el tercer responsable de El cubano Libre, periódico con el cual
Ernesto Guevara retomaba el recuerdo de un diario fundado por Carlos Manuel de
Céspedes durante la Guerra Grande y recuperado por Antonio Maceo en la empresa
bélica del 95.
El viernes 2 de
enero de 1959, desde Santiago de Cuba, nacía Revolución como órgano del Movimiento 26 de Julio en la etapa
revolucionaria. Le caracterizaron gigantes ediciones, incitadas por el aspecto
sensacionalista de los titulares, excelentes para atraer lectores. Su director
asumía el periodismo siguiendo modelos norteamericanos y haciéndose acompañar
de compañeros talentosos, de prestigio e ímpetu, influencia que propició un
espacio atractivo y dinámico, abierto a la polémica y a las nuevas corrientes
estéticas. La contraposición de criterios y la costumbre de aparecerse cada día
con aquellos “palos periodísticos”, posibles por la relación de su director con
el poder, del cual formaba parte, definieron el estilo del rotativo. “Pensaba
en un periódico para mirar, impactar y reflexionar. Cubano”, aseguró en uno de
sus libros.
Hasta 1968 había
sido Franqui un revolucionario más o menos “confiable”, al punto de
desempeñarse bien en la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado,
donde llegó de la mano de Celia Sánchez luego de que lo “tronaran”, como diría
en un poema su amigo Roberto Branly, porque “entre otras cosas, nunca has
tenido pelos en la lengua”. Ya no era director del gran periódico, pero mantenía
una red de amistades en el mundo intelectual. En lo que consideraría otro rapto
de idealismo se volvió gestor del Congreso Cultural de La Habana y el Salón de
Mayo, que habría de reunir a figuras vanguardistas de las Artes Plásticas. “¿Por
qué lo hice? Pensaba (pienso) que todo lo que tuviera que ver con la libertad
era necesario en el largo y difícil camino de sobrevivir a un régimen como
aquel: el contacto vivo con la revolución artística del siglo, la presencia de
sus poetas, pintores, escritores, pensadores y periodistas, tocaría las nuevas
generaciones, el respiro de libertad, de la poesía, del arte es un aliento
poderoso en épocas difíciles”.
Pese al pasado de
servicios a la Revolución, la imagen de este hombre sigue siendo una sombra, al
punto de que, como demostró en la portada del libro Retrato de familia con Fidel, su imagen es abducida de fotografías,
como si la historia pudiera mejorarse en Photoshop. De recordar algo referido a
su trabajo en aquellas horas se hace recurriendo al adjetivo “traidor” o subrayando
esa reputación de disidente pertinaz que vivió en el exilio hablando
inconveniencias del socialismo, actitud muy lejana a la que asumiera cuando
coqueteaba con el poder al punto de hacerle decir a Juanita Castro, una de las
hermanas de Fidel y Raúl, que era un individuo capaz de hacer cualquier cosa
para complacer al líder. Entonces, figuraba como uno de los actores favoritos y
confiables. Incluso Alfredo Guevara tuvo una frase esclarecedora sobre quien
fuera su oponente en aquellas jornadas al asegurar: “Carlos Franqui no estaba
predestinado por la historia a ser contrarrevolucionario”.
Pero, apenas a
un año del triunfo, y nunca muertas sus intenciones de promover aquella
revolución cultural con la cual soñaba, seguía inquietando a parte de un grupo
ideológicamente encontrado con sus modos de entender la nueva etapa. El
periódico, aunque comprometido, funcionaba como una zona de opinión pública
bastante autónoma y Lunes parecía la
embajada cultural perfecta. Quizás aquella intranquilidad que suscitaba, determinada
por la manera de enfocar la circunstancia asentada en las muchas diferencias
ideológicas al interior del 26 de Julio, habría evolucionado de otra manera si
no hubiese vivido la experiencia con el PSP. Sin embargo, los conflictos con el
Partido de Aníbal Escalante y la intuición de viejo guerrillero en tiempos de
sectarismo le habían transformado en un hombre escéptico, estado que devendría
obstáculo tras la opción que en abril de 1961 escogieron para la Revolución,
sobre todo porque él seguía creyendo peligroso, con razón, el empoderamiento
del PSP y su estilo de trabajo, especialmente el referido a los temas
culturales.
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