a la derecha, emerio medina |
La última presentación del escritor
mayaricero Emerio Medina (1966) en la Feria del Libro de Buenos Aires ocurrió
el martes en un salón que lleva por nombre el de una legendaria escritora
argentina. Dentro, y con una sala a medio llenar, compartió la mesa con el guatemalteco
Eduardo Halfon (1971). No sucedió así por casualidad, sino porque ambos son ingenieros.
Y a desentrañar la escritura de quien ostenta tal profesión iba la charla de
las ocho y media.
Si para Halfon ser ingeniero es ante
todo una neurosis, un carácter – recordaba que al descubrir el cronómetro de niño
gustaba tomarse el tiempo a toda hora, especialmente al desvestirse antes de dormir,
pues comprendió que si era eficiente podría descansar más- para Medina
significó el acercamiento a lo que sería su voz narrativa, pues según confesaba
fue en los manuales técnicos, en los modelos de certificación donde encontró la
manera de decir que luego emplearía en su obra.
Emerio Medina sorprendió en 2009 cuando
se hizo merecedor del Premio Iberoamericano de cuentos Julio Cortázar, iniciando
una carrera vertiginosa que le ha llevado a obtener galardones como el Casa de
las Américas del 2011 en el género de cuentos. Según recordaba, tarde comenzó a
escribir, a los 37 años, edad que supone un recorrido vital esencial para
cualquier historia.
En su caso fue importante lo aprendido
fuera de su tierra, porque si bien se saltó La Habana, la estancia por motivos
de estudios en la ciudad de Taskent, capital de Uzbekistán, entonces República
Socialista Soviética Uzbeka, sería determinante en su obra. Allí, recuerda, leyó
mucha literatura rusa en el idioma
original, hecho que solidificó de alguna manera un discurso propio y
cosmopolita.
“Ahora la información que consigo a
través de Internet me es suficiente para montar una historia. La televisión
cubana te permite cierta información”, dijo Medina, quien llegó a la Argentina con su última novela publicada, La luna en el bolsillo (Ediciones Cubanas, ARTEX, 2014) .
Halfon, por su parte, preferiría escribir
en inglés, su estructura mental está determinada por ese idioma; sin embargo, todo
lo que ha publicado ha sido en español. La experiencia cosmopolita le llevó a
los Estados Unidos donde su familia se radicó cuando contaba diez años. A
saltos entre este país y Guatemala ha desarrollado la obra por la que se le
considera entre los más importantes autores guatemaltecos. “Ahora mismo
preferiría estar hablando en inglés”, advirtió.
La charla entre Medina y Halfon fue
agradable y permitió el intercambio entre dos escritores que se desconocían
entre sí, aunque ahora, dado la ingeniería y la literatura, seguro ha nacido
una conexión.
foto: marcial gala
foto: marcial gala
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