Eran
casi las doce de la noche cando comenzó el concierto. Teatro Suñol lleno, de
jóvenes mayormente, muchos apenas tenían cumplido los veinte. La pantalla
dejaba ver una mano, la mano de X Alfonso, con una palabra escrita: Reverse.
Se
trata del último trabajo discográfico del músico. Lo lleva en gira nacional a
varias provincias y esta semana le correspondió el turno a la ciudad de Holguín,
que le abrió los brazos con una semana de cultura, lo cual quiere decir con
mucha gente cantando y bailando, por ahí.
Estaba
vacío el escenario cuando comenzó todo. Solos los instrumentos, hasta que
fueron llegando los tres músicos que le acompañan y, luego, entró él. Del piano
iba a las pailas (creo que se llaman pailas) y de las pailas (ya he expresado mis
dudas sobre el nombre del instrumento) se dirigía al micrófono para cantar los
temas que le hicieron muy popular en la película Habana Blues.
Ya no
es un niño, como lo era cuando inició su vida musical en Síntesis, la
agrupación donde su familia se ha lucido como ha querido. Ahora es un adulto,
un cuarentón con algunas canas en la barba y cierta añoranza por los días en
que la gente era mucho más solidaria y desprendida. El hecho no le resta
fuerzas.
En el
escenario sigue siendo energético, vivo y analítico. Las canciones van de eso,
de análisis y crítica, nacional y extranjera. A fin de cuentas, lo dicen una de
las letras de este disco: “increíble
pero cierto, todo está globalizado”.
Entre
temas nuevos y otros que ya hemos escuchado antes pasaban los minutos. Música,
imagen y voz es una misma cosa en un concierto de X Alfonso. Reverse es la
mezcla de lo que el autor deja ver de sí mismo: experiencia y juventud (como
diría otro compositor cubano), dudas y esperanzas. El resultado de una sensibilidad,
una época, una circunstancia. Hay
influencias, también: Varela, quizás Silvio. Y más.
Del
disco que nos presentaba el público se ha familiarizado ya con el tema al que
debe su nombre. Hay un video clip hecho por el músico donde se pueden encontrar
símbolos que se repiten, de alguna manera, en todo este su más reciente trabajo,
balanceado (cuando uno lo escucha gracias a que X lo regala en cada provincia),
nostálgico, quizá. Melancólico y rabioso, según las imágenes detrás del
escenario.
Luego
de haber interpretado quince temas, el concierto de X Alfonso llegaba a su fin.
Los músicos se esfumaron de repente mientras la melodía siguió sonando y uno no
sabía qué hacer, si quedarse un rato más o irse. Luego se encendieron las luces
de la sala y supimos que sí, teníamos que abandonar el teatro, a no ser que
quisiéramos dormir en él.
Según
el artista, el disco que él mismo ha dejado en universidades, es más que un
disco. Se trata de una filosofía. La filosofía de una época, de una ciudad, de
un hombre del cual su identidad pareciera ser un misterio. Solo una pista: X.
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