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lunes, marzo 19, 2012

Cosas de mayores y niños


Una expresión pretérita advierte que La Habana es Cuba  y lo demás son áreas verdes.  Y aunque provoque la ira de los que vivimos en “el interior”, el asunto se acentúa incluso sin que la persona que lo traiga a colación sea consciente del problema que puede causar una frase. También sucede con otros lastres, como el racismo, la homofobia o el machismo. Miles de chistes azuzan algún tipo de discriminación todos los días. Chistes hechos por niños, mujeres y hombres.

El otro día miraba la sección infantil de Buenos Días, revista informativa que se transmite de 6 y 30 a 8 y 30 de mañana por Tele Rebelde. Surgió en los años noventa y entonces contaba con un concepto más atractivo, pese a mantener algunos aspectos fundacionales. La sección fue fundada por Wendy Guerra, cuyo personaje para dialogar con el público matinal era, si no me traiciona la memoria, el de Campañilla.  Desconozco si entonces Guerra había empezado a escribir, lo que si sé es que el espacio lucía atractivo e inteligente gracias a su talento como actriz. También debo apuntar que Campanilla (según lecturas digitales) sería el seudónimo con el que aspiró al Premio Bruguera para su libro Nieve en la Habana.

El espacio infantil, bautizado ahora como Amanecer feliz, lo lleva de la mano un equipo amplio cuyo rostro visible es la actriz Jennifer Almeida. Hace buen trabajo y trata de impactar a los infantes con originalidad en los diez minutos que se les ha confiado después de las siete. Lee adivinanzas, cuentan fábulas y Almeida, convertida en mil personajes, muestran dibujos enviados por pioneros y pioneras de todo el país. Pero, a veces se cometen deslices como aquel que motivó este comentario.

Mientras el caricaturista Cecilio Avilés explicaba cómo los niños podrían dibujar por su cuenta un gallo (algo que en los ochenta hacía en la televisión su colega René de la Nuez. No enseñar a pintar un gallo, sino dar clases de dibujo elemental), Almeida comentó algo que no solo llegó a los oídos de los pioneros. “Los niños del campo tienen ventaja sobre los niños de La Habana”- dijo. Allí estaba la sutil diferencia. Y como muchos otros colegas suyos, el error parte de ciertas frases que de tanto ser repetidas terminan sentadas en un confortable sillón en el hall del cerebro.

Los medios de difusión suelen ser fecundos para equivocaciones. Y no es que su entramado profesional sea deficiente, sino que muchos expertos que en ellos laboran terminan absorbidos por lo que ven y escuchan en las calles. Cierto es que allí está el verdadero ritmo de la sociedad; pero, para alguien que multiplica su mensaje por miles, una cultura callejera puede resultar la herida en el aprendizaje de los demás, el dato de la confusión para el infante. Aquí donde todo tiende a imitarse, hasta los errores logran ponerse de moda. Si eres lo que se llama en Comunicación un “líder de opinión”, entonces: cuidado.

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