¿A dónde vais, señor?, que los molinos están peligrosos, señor, señor…», pero el viejo lo ignora. Es como si el gordo no hubiera dicho nada, como si se hubiese mantenido quieto, con su boca junta, mirándole simplemente montar su rocín, guiarlo al camino. « ¡Pobre señor! » Pobre su señor que deja el parque – su parque – ese lugar sin contratiempos porque allí el mundo es cuidado, tranquilo, hermoso.
">(ver más)
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