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martes, septiembre 09, 2014

El trovador y sus destinos



 “Yo tengo varios carné de identidad”, dice el trovador Fernando Cabreja para ilustrar que algunas de las canciones escritas por él son algo así como una posición de principios, su filosofía ante la vida. Usa una gorra estilo bolchevique y un candado le adorna el rostro. Su tamaño es pequeño. Ahora, en el patio de la UNEAC de Holguín, con voz ronca y un cigarro humeante evoca su vida, casi siempre retratada en alguno de los temas por él escritos y que muy bien nos dan la idea de la persona a la cual nos enfrentamos: “Por ejemplo”, advierte: “hay otra que se llama Autorretrato: Soy un puro accidente del destino… Tengo además Marcha de la vida esdrújula, que dice: Me acostumbré a vivir a media máquina… Son marcas de fe.”

-¿Y por qué esta necesidad tuya de estar reafirmando constantemente quién eres?, le pregunto.

-Porque a mí me parece que yo he estado intentando encontrarme, y la canción es lo único que me permite expresar ideas en esta vieja agonía del hombre por saber de dónde viene y qué es, entre los sueños, las pesadillas y las locuras de la vida moderna. No creo que sea por un problema de egoísmo, sino para dejarle a los que me escuchen un mensaje a través de la música, y el texto. Porque yo me considero más bien un poeta, un poeta que se abraza a su guitarra y se comunica. Tú notas esa especie de autorretrato porque yo hago un reciclaje de mí mismo cada cierto tiempo, me nace. A veces agarro la guitarra y no me sale nada. El arte se mueve en el subconsciente, generalmente, y mi materia prima es muy difícil, son los ruidos, el silencio, las palabras, algo muy intangible. La música es la más abstracta de todas las artes.

-¿Cómo comenzó todo, por la guitarra o por la poesía?

-Por la guitarra, cuando estaba en la secundaria, en Sagua de Tánamo. Sería el año 73 o 74. La primera canción que interpreté fue de Víctor de Jara, porque me siento muy identificado con aquella manera de decir. Realmente me gusta ese estilo y entonces estaba en boga la canción protesta, Alí Primera, César Isella, Víctor Jara, Violeta Parra... La génesis mía viene de aquella gente. Más tarde choqué con Silvio, cuando estaba en el Pre, en Valle dos, Chavaleta, Mayarí. Choqué con Silvio, Pablo, Noel y todo lo que sonaba en aquel momento, el rock, el pop... Mi primera canción es de 1984. Estudiaba en la universidad de La Habana.

“¡Yo he rodado!”, exclama con su peculiar pronunciación. Y lo asegura porque, en palabras suyas: “Mi vida ha sido un cruce de caminos”. Por alguna causa nació en Santiago de Cuba y luego lo inscribieron en Sagua de Tánamo, donde creció. “Mis canciones vienen de algún lugar, debe ser de los ríos de Zabala, de las montañas de  Oriente…”. Después hizo el preuniversitario entre Mayarí y La Isla de la Juventud para ingresar luego en La Universidad de La Habana.

-Pedí psicología clínica, porque siempre me han interesado los intersticios de la mente humana. Mi segunda opción era Historia del Arte y fue la que me llegó. En La universidad tuve profesores que sabían mucho. Ni anotaba en clases para escucharlos. Allí conocí a mucha gente, a Augusto Enrique, por ejemplo; a un gran músico de Costa Rica que influyó mucho en mi vida y del que casi nadie sabe: Fidel Gamboa. Es flautista graduado. Vino a La Habana para superarse en el ISA, pero no pudo matricular y estudió Historia del Arte. Coincidimos en 3ra y F. Conocerlo cambió mi perspectiva de la creación musical, pues sabía de música y me enseñaba, o me enseñaba no, yo lo miraba. He aprendido mirando. Jamás he recibido clases de música. Me pones un pentagrama delante y me quedo en blanco.

-Si estabas en La Habana y en un ambiente favorable a la creación, ¿por qué regresaste a Sagua?

-Mis padres estaban viejos. Yo soy el mayor de tres hermanos y me tocaba atenderlos. Entonces ya había conocido a Edelis Loyola, cantautora para niños. Habíamos sido novios cuando ella estaba en el pre donde estudiaba uno de mis hermanos. Hay una canción mía que se llama Volviste a mí. La hice cuando volvimos a encontrarnos después de la universidad. Edelis me consiguió trabajo en la radio de Moa, de donde es ella, y allí comencé como asesor. En eso estuve como siete años. Entonces viene toda la historia de la fundación de la AHS de la que fui el primer presidente electo en Moa. Nos dieron una casa en el reparto Rolo Monterrey, una casona destartalada, donde empezamos a trabajar.

-Era una época de auge en Moa –comento, y me vienen a la cabeza todos los proyectos que tuvieron como centro a esa ciudad minera del Oriente, desde telenovelas y películas hasta encuentros antológicos de trovadores. También recuerdo que en junio pasado Cabreja volvió a cantar en esa ciudad invitado por Silvio Rodríguez, quien realizaba una gira por tres pueblos del Este holguinero.

- ¡Ni hablar! Moa estaba muy bien, porque el níquel se cotizaba muy alto. Además era el momento dorado. En esos tiempos nació Edelita, mi única hija, porque los otros son hijastros. Los quiero igual, pero son hijos de Edelis en un matrimonio anterior. Por esos años me dan un viaje a Rusia, por haber fundado la Casa del Joven creador, sitio que visitaba mucha gente, como el pianista Víctor Rodríguez; también Ángel Quintero, Bladimir Zamora, Teresa Melo, Marta Campos…

-¿Todos son de tu generación?

-Sí. Soy también de esa generación sobre la que habla el libro Trovadores de la herejía, de Bladimir Zamora y Fidel Díaz Castro, quienes no sé por qué no me mientan ahí, aunque siempre he sido un trovador de la herejía, un trovador de barricada. Surgí con esa gente. Hay una cosa real, y es que nadie es profeta en su tierra. Además, el fatalismo geográfico es destructivo. Si volví a Sagua fue por la deuda humana que tenía con mi familia. Pude haberme quedado en La Habana, porque conocía a Santiaguito Feliú, a Gerardo Alfonso… Coincidíamos en la Cinemateca, estábamos allí… Pero algo me llamaba a regresar. Además, yo nunca pretendí ser artista. Tenía cosas que decir, admiraba a los trovadores, pero nunca soñé con llegar a un escenario. Tenía mucha timidez. Aún la tengo.

En lo que Cabreja hace una pausa, me pongo a pensar en cómo lo conocí. Hace ya algunos años. Debió haber sido en algún espacio de las Romerías de Mayo, donde siempre se junta con otros trovadores amigos suyos para cantar y construir con la canción ese espacio de confrontación que los trovadores suelen amenizar con ron o cerveza y que en la Casa de la Trova de Holguín a veces se convierte en un sitio sospechoso. Al menos, lo fue para mí algunas veces, porque la Casa de la Trova atrae a muchos turistas, quienes llegan acompañados por amigas o amantes que lo menos que hacen es escuchar la letra de una canción de las que cantan los trovadores; se dejan llevar por su melodía, aunque, pensándolo bien, eso ya es algo.

-Y la intención de promover la trova despertó en ti a través de la radio… ¿El Festival Trova Viva, por ejemplo, cómo nació?

-Mira, el problema es que ni a Edelis ni a mí nos invitaban a ningún lugar. Tampoco había muchos eventos de trova. Entonces Edelis y yo, que ella siempre ha sido mi cómplice en el amor y en los proyectos, acordamos hacer un evento. Trova Viva empezó en el 2000 y en los años que estuve al frente logré que muchos nos visitaran. Fue la gente de la Trovuntivitis, Roly Berrio; también Gerardo Alfonso, Ángel Quintero, Augusto Blanca y Corina Mestre, Diego Cano, Fernando Bequer, Ray Fernández…, en fin, pasó lo que más brillaba de esa generación de trovadores  ahora montada sobre los cuarenta años. Ninguno cobró un peso.

-Antes del Festival, ¿cómo había sido la etapa del periodo especial en Moa?

-Creo que fueron los años más fructíferos para mi creación. En los noventa salieron temas como Canción al desaliento: Y si te cae el peso de la soledad, dale un paseo tranquilo a tu ciudad, quizá la más conocida de mis creaciones. También hice Alta Marea: Bajan de la iglesia las mujeres, la ciudad se lanza sobre mí… Eso fue en el 93, cuando tomábamos un vino que se llamaba España en llamas y comíamos arroz con verdolaga. Los muchachos eran chiquitos y yo me iba a Zabala con un saco a buscar lo que apareciera. Había un hambre tremenda y debía cuidar la familia; sin embargo, en medio de aquel tsunami surgieron las mejores canciones… Bueno, uno no sabe cuáles son las mejores canciones de uno, eso se le dejo al tiempo. Pero son las canciones que más la gente reconoce, por ejemplo Alta Marea, Turbonadas, Marcha de la vida esdrújula.

-Cabreja, esta canción con la que hemos empezado, que yo considero buena, ¿la escribes en un momento difícil de tu vida?

-Es que, bueno… yo no sé si he tenido momentos fáciles. He sido un padre de familia sobre todo, y he tratado de criar a los muchachos, atender a mi mujer, comer, vestirme, trabajar en la radio, medio donde llevo 28 años, y además hacer canciones. Esta canción, que se llama Fuera de foco, junto a otra llamada El tragante: Todo se nos va por el tragante, las palabras, el esfuerzo y el cordel…, las hice en la etapa holguinera, que comenzó en abril de 2008.

- Ya que lo mencionas, ¿Holguín qué ha significado para tu profesión?

-Algo, pero no mucho. Al menos tengo un espacio fijo, los jueves, en la Casa de la trova. Hay un público.

-¿Qué tal eres de carácter?

-Siempre he sido muy crítico. Más crítico con el entorno que conmigo. No creo que sea muy autocrítico. He sido, como digo en la canción: cubano, desorganizado, un poco bohemio.

-¿Y eso ha sido malo o bueno para tu carrera?

-Ha sido malo. Pude haber tocado muchas más pertas. Ya en Holguín, y con un reconocimiento entre comillas, pude haber ido a La Habana varias veces a tocar puertas. Pero nunca me ha gustado guataquear. Creo que uno hace su obra y es lo que queda. Nuestro problema es que, además, debemos ser utileros, productores, promotores de nuestra propia obra… un hombre orquesta. Y si no tienes dinero, terrible. Mira, a estas alturas de mi vida yo no tengo ni un videoclip. Tengo una canción a Camilo, una de las tres que yo conozca, y nadie se ha interesado en ella. No por mí, ni siquiera por Camilo.

-Quizá porque se desconoce.

-No se conoce, claro, porque yo he sido un tipo marginado. Si tú quieres, es una automarginación porque fui yo quien decidí irme a atender a mi familia, a mis viejos, que los dos están muertos.

- De hecho solo tienes un disco que no es un disco- le digo. Cabreja cuenta con Como una urna en pie, el único material discográfico sin serlo producido por el Centro Pablo, y que nació gracias a Víctor Cassaus y María Santucho, quienes en el 2007 le organizaron el concierto de igual nombre en el centro cultural que ambos encabezan en La Habana Vieja.

-Nunca he podido grabar como yo hubiese querido, pero no pierdo las esperanzas. Este tipo de canción de arte que trato de hacer no gusta mucho. En Cuba se ha perdido en ese aspecto. No solo por los pepillos, sino que lo digo por los estudiantes de la universidad, a quienes ves fuera de foco. Me pregunto: ¿Vamos en deterioro?, ¿la educación ha sido un fracaso?, ¿qué ha pasado? Por todas esas preguntas es que hago una canción comprometida con la Cuba de hoy, con la gente común y corriente. La gente me ve como un ciudadano normal y la sencillez no está de moda. Si eres sencillo las amenazas son demasiadas. El tipo pesaito es el que triunfa. Es lo que puedo percibir.

-Sin embargo, ahora tus canciones han despertado el interés de un grupo de estudiantes de música con los cuales has trabajado en ciertas ocasiones, y eso ha sido muy bueno para ti y para tu obra.

-Ha sido un enamoramiento mutuo el que he tenido con el trio de jazz de Yasel Muñoz, flautista, pianista, premio Jo-Jazz. Lo integran Carlos Alberto Ferrer, en la percusión y Raúl Fernández, en el bajo. Sumé a Adrián Biamontes, de Bayamo. Pero solo hemos podido grabar dos de las diez canciones que tenemos montadas. Y quiero grabar todos los números, pues los arreglos que ha hecho Yasel son muy buenos, siento que mi música se ha enriquecido, se redimensiona.

-¿Ves un buen futuro para lo que haces, quiero decir, para este tipo de música?

-La canción de autor no camina mucho. En La Habana, por ejemplo, tienen otro estilo musical, es más estribillera. Y yo hago otra cosa, no hago coros, ni estribillos. Hago una canción un poco más densa, filosófica, existencial. He hecho más de cien canciones, pero si canto cuarenta es mucho.

-¿Cómo te ves entonces en unos años?

-Siempre me he considerado un hombre del Sur. Mi padre era tanguero. Recuerdo a mi padre cantando tangos y canciones con una guitarrita hecha talco. Creo que soy un hombre desubicado, hubiese querido ser de la época de Pablo de la Torriente Brau, de Miguel Hernández. Creo que estoy fuera de foco. Pero el destino no se puede forzar. Eso es cosa de la vía láctea. Lo mío es ir en contra de la banalidad, de la chapucería, donde se luche contra eso ahí me vas a encontrar.

-Y si tuvieras dinero en abundancia, ¿seguirías siendo así?

Pienso que nunca tendré dinero en abundancia. Pero si lo tuviera, seguiría haciendo canciones con mi familia en todas las batallas. Trataría de grabar mis canciones, además de darme algunos placeres. Me gustaría ir a Buenos Aires, que no he ido y es la tierra del tango, de Charly García, Fito, León Gieco, Víctor Heredia… Yo me siento heredero de toda esa gente. Me gustaría estar en la calle Corrientes y tomarme un café. Me gustaría ir a Río de Janeiro, porque amo mucho la poética del cine brasileño. Yo era un cinéfilo empedernido. Me considero un cineasta frustrado, por eso mis canciones son así, fáciles de visualizar.

-¿Siente frustración por eso que no has logrado?

-No, porque tengo muy claro que me tocó el karma de ser protector de una familia. Lo que siento a veces es rabia, por no haber hecho más. Tengo la sensación de que me quedé atrás. Todo el mundo conoce a Carlos Varela, a Frank Delgado, pero ¿quién conoce a Cabreja?

-¿No será que naciste para que nadie te conozca?

-Bueno, sí es así, que así sea.


foto: amauris betancourt    

miércoles, noviembre 27, 2013

Juan Siam, premio Guillermo Vidal 2013

detalle de portada: y aún sigo tus huellas
El escritor Juan Siam se impuso con la novela Aviones en la madrugada en la última edición del Premio Guillermo Vidal. La obra explora las relaciones de una relación extramatrimonial, a la vez que como trasfondo quedan las transformaciones sucedidas en la sociedad a lo largo de la vida de los amantes, según su autor.
La novela está dividida en cinco partes: conquista, costumbre, conflicto, caos y calma, períodos con los que el autor explica una relación de las características descritas en un libro a editarse próximamente.
Los libros aspirantes al premio Vidal, convocado por UNEAC   de Las Tunas, fueron valorados esta vez por los escritores Aida Bahr, Emilio Comas Paret y Renael González.
Juan Siam nació en 1960, es banense radicado en Holguín y Aviones en la madrugada representa la segunda novela de su producción, que incluye cuento y poesía con los títulos: Y aún sigo sus huellas, Mentiras objetivas y Cementerio de elefantes. En la actualidad Siam es profesor de la Universidad Oscar Lucero Moya, de Holguín.
El Premio Vidal fue instituido en 2006 como homenaje al tunero Guillermo Vidal, para muchos una de las voces más interesantes de la literatura cubana en los últimos tiempos, malograda en 2004.

miércoles, agosto 14, 2013

El sexto de Desemer Bueno


descemer en el Suñol, holguín, por javier
Está en el pico de la popularidad. Todo el mundo canta sus canciones. Todo el mundo se sabe los títulos. ¿Cómo se llama ese, niña? "Siete días”, me dice desde la luneta aledaña, cuando él había regalado tres de sus temas; tres en el teatro, pero había cantado muchos en Holguín, porque con el del Suñol eran seis presentaciones, y agradece por ello. “Nunca en mi vida había dado tantos conciertos seguidos”, dice: “No olvidaré esta idea de llevar mi música hasta los lugares donde más la necesitan”. Y el público aplaude.
Que un músico llegue a comunidades intrincadas siempre creará un doble efecto: el de la música sobre la gente y el de la gente sobre el músico. Pero este músico no hace crítica social, sino que se inspira en el amor y el desamor de la manera en que lo hicieron aquellos compositores de los cuarenta y el filin, tomando distancia de la sección más política de la Nueva Trova y de toda la Nueva Trova, que siempre ha estado relacionada con el compromiso social, aunque él sea un deudor del imprescindible movimiento, y aunque ir a una comunidad, de todas formas, sugiera una actitud comprometida con algo.
Sobre las 9 comenzó el espectáculo. El teatro estaba abarrotado. Afuera, en una de las intersecciones del Parque Calixto García, ocupando las sillas dispuestas ante una pantalla, otra multitud que no alcanzó entradas disfruta de lo que sucede. Son adolescentes y jóvenes, en mayoría. “A los que están allá afuera, para ellos también va mi amor”, dice el compositor y cantante que viste tonalidades rojas y lleva un sombrero al estilo de algunos músicos de los años cincuenta. Es una buena señal. Algo en nos recuerda al estilo de aquellos músicos curtidos de La Habana Vieja, donde nació en 1971. Debe ser su interés por la melodía suave, el bolero, ese modo de cantarle al amor y al desamor.
“Cuando me enamoro” es de sus creaciones más populares. El público la repite y nos viene a la cabeza el video con Juan Luis Guerra y Enrique Iglesias. Entonces él había sacado su disco con el grupo Yerba Buena, pero quién podía imaginar que era suya aquella canción que batía récord y llegaba a triunfar en los Grammy Latinos. Cuenta que haber conocido a Iglesias le permitió advertir que a pesar de la fama se trata de una persona sencilla.
Pero no solo Iglesias le ha cantado. Su nombre está ligado al de Winsin y Yandel, Gema Corredera, Haidée Milanés, Yusa, William Vivanco, Israel Rojas (Buena Fe), Kelvis Ochoa e incluso el célebre bolerista cubano Fernando Álvarez a quien le compuso temas harto conocidos.
El público interactúa con él. Los de las primeras filas cantan menos, se mueven menos, son menos espontáneos. Son localidades llenas con invitados, gente que si no sigue al cantante, al menos lo hacen sus hijos, y yendo, ahora, aprenden de qué va este tipo extrovertido y sencillo a quien acompañan seis músicos y dos cantantes. 
De repente ha pasado una hora y advierte que “Se está yendo rápido la noche”. Pero antes quiere hacer temas conocidos, y llega “Arenas de soledad”, del filme Habana Blues que le confirió el Goya por la música, de la cual fue coautor. Todos cantan. Y algunos saltan. Y afuera, 20 minutos después de terminado el concierto, la multitud de adolescentes y seguidores de todas las edades lo esperan para decirle lo mucho que lo quieren a él, que es muy bueno, como su apellido, chévere, dicen, y se llama Descemer.

sábado, abril 28, 2012

Luis Eduardo Aute: culpable por creer que aún existe la inocencia

Luis Eduardo Aute conversa con autor. foto: Javier.

Vestido con camisa azul, pantalón crema y chancletas, Luis Eduardo Aute, un jueves de abril, se encontraba en el patio interior de un hostal ubicado en Gibara, ciudad marítima en el norte del oriente cubano. Es un hombre delgado que ya no luce barba, como en los tiempos cuando cantaba junto a la banda Suburbano.
Su mentón está afeitando y brilla con la luz de la mañana.  El rostro advierte que  acumula los años suficientes como para haber sido protagonista en los sesenta, los setenta y los ochenta. Una coleta para recoger un trocito de cabello canoso se torna indicio de que sigue siendo un rebelde.
Llegó a Gibara para presidir uno de los jurados del Festival del Cine Pobre, idea del fallecido cineasta Humberto Solás que busca promover producciones concebidas fuera de la gran industria. Aunque identificado  por su obra musical, donde sobresalen letras llenas de sensualidad y poesía, Aute ostenta una carrera importante en el mundo cinematográfico. Por eso ha viajado hasta aquí.
El jardín en el que terminamos se encuentra limitado por una vegetación agradable, de hojas largas y verdes, y flores que cuelgan en el aire como gusanos peludos. Había dos mesitas, sillas, espacio donde se colocan los fotógrafos. Era media mañana y, afuera, en alguna parte del pueblo, sucedía el festival.

¿Cómo le ha ido en Gibara?
La estoy pasando muy bien. Gibara es un pueblo encantador, muy bonito. Me habían hablado de él, pero no lo conocía. La realidad mejora lo que me habían dicho, sobre todo en lo que se refiere a la gente que lo habita. Es enormemente agradable y cariñosa, y que se celebre un festival de este tipo aquí, de autor, de cine independiente, es una heroicidad. Si el festival se convierte en un evento popular, por diez años, es una celebración al cine por parte del pueblo. Me parece que es única en el mundo esta aventura de aunar al pueblo con un evento cinematográfico. No conozco otro caso parecido. Merecen todo el apoyo.

¿Sabía de la existencia del Festival?
Sí, desde hace algunos años. No desde que se inauguró, pero sí hará unos tres o cuatro años que tenía información. Me resultó muy grato que me invitaran.

Además de presidir un jurado, ha venido como realizador gracias a su película Un perro llamado dolor, del 2001, donde mezcla sus vocaciones. Por cierto, su relación con el cine es menos conocida, pese a la referencia constante en sus canciones. ¿En qué arte se siente más a gusto?
El cine me interesó desde pequeño. Me gusta mucho, aunque he tenido incursiones muy esporádicas. Hace muchos años rodé unos cortometrajes. Luego hice un mediometraje para una serie de televisión y después vino Un perro llamado dolor. También otra, que se distribuyó únicamente a través de libros: Metamorfosis a mortal, de dibujos. Pero es en la actividad en la que menos he trabajado. He dedicado todo mi tiempo a escribir poesía, a escribir canciones y a pintar.  Hago exposiciones con bastante regularidad desde la primera que hice en el año sesenta. Sigo haciéndolas. En La Habana realicé una antológica, en Bellas Artes hará como cinco años. Pero me preguntabas dónde me siento más cómodo… pues en la pintura, seguramente. Es una actividad muy directa, no interviene nadie, es el pintor delante de su espacio en blanco y ahí se resuelve.

En la poesía intervienen menos personas.
En la poesía intervienen las palabras…y aunque uno escriba en un papel, sin intervención de nadie, tiene que pelearse con las palabras.

¿Es difícil su relación con las palabras?
Es complicada.

¿Por qué?
Porque intento ser muy riguroso con ellas, intento no traicionarlas, intento sacarles ese máximo  jugo. Me gusta mucho jugar con ellas, con sus raíces etimológicas. Para mí, cada una es un mundo. Para lograr la palabra de un poema o de una canción le he dado vueltas a muchas otras.

¿Cual es la palabra más reiterada en su obra, la que más le gusta?

¿Rosa?
No.

¿Cine?
Aparece algunas veces. No lo sé. ¿Qué palabra puede aparecer más veces?

¿Amor?
Tengo muchas canciones de amor, pero no menciono la palabra amor…No, no aparece mucho la palabra amor. La verdad no lo sé.

Leí sobre una película que concibe hace 20 años. Su tema son el tiempo y el azar ¿Cuál es su relación con ambas palabras?
Azar es una palabra que me gusta mucho y utilizo con frecuencia.
Es una experiencia que estoy haciendo y no sé cuándo acabar. Ahora estoy en otra, también de dibujos, para el próximo disco. Van a ser dos discos distintos, veinte canciones, diez y diez. No será disco doble, sino dos distintos. La idea es que los discos se editen por dos compañías diferentes. Resultará muy difícil porque se odian y no hay manera de que colaboren. De modo que seguramente saldrán los discos y un video, un DVD de media hora con dibujos sirve de puente entre un disco y el otro. Uno se va a llamar El niño que miraba al mar. Todas serán canciones nuevas. El otro,  El Basilisco, monstruo mitológico, casi perverso, que mata con la mirada, que es en lo que nos convertimos todos con el paso del tiempo. Un poco la dialéctica entre la inocencia… El niño que miraba al mar y El Basilisco, ese monstruo que nos va devorando poco a poco con el paso del tiempo, se juntan. Esa película, con dibujos animados, se va a llamar El niño y El Basilisco. En principio saldrá todo en un mismo estuche, los dos discos y la película. La estoy llevando a cabo y estoy a punto de terminarla.
La otra que me mencionas supongo que no la terminaré hasta que no desaparezca de este planeta, porque de eso se trata. Es una película a través de un cuadro, de un autorretrato que va envejeciendo, que nunca se acaba, y que, cada vez que pasa equis tiempo, envejece.

No tiene gracia hacer una obra de arte que comience cuando uno termina.
El objetivo es la imagen que yo pueda tener de mi vida. Hace cuarenta años, más, que empecé ese autorretrato. Faltó ilustrar desde que nací, pero no podía pintar entonces. Es el proceso de un cuadro que nunca se acaba. Intervienen muchas más cosas, muchos elementos; pero, el leitmotiv es ese cuadro que nunca se acaba y que dada vez que lo retomo tengo que corregir porque las huellas del paso del tiempo tienen que quedar evidentes. No sé a dónde va. Es una experiencia que estoy haciendo. Está grabado, archivado, de alguna forma organizado... Pero, como se trata del paso del tiempo…el protagonista es el tiempo, es él quien decide cuándo lo acabaré.

Mencionó el término inocente. En esta época, prácticamente sin futuro, ¿es costoso ser inocente? ¿Es peligroso? ¿Es terrible?
Es costoso, terrible, peligroso. Y es difícil. Es difícil mantener una cierta inocencia. El mundo que estamos viviendo te obliga a todo lo contrario. Para la supervivencia te exige ser un cínico, un insolidario y un egocéntrico. La inocencia tiene una gran dificultad para vivir en estos tiempos. Pero creo que todavía existe la inocencia. Me reconozco culpable por creer que aún existe la inocencia.

Usted llega a Gibara en momentos donde ha tenido que cancelar un concierto en España por no vender todas las capacidades del teatro o algo así. ¿Cuál es el presente del artista?
Fue una decisión unilateral de la alcaldesa del pueblo, quien decidió por su cuenta cancelar la presentación. Era un sitio pequeño y, sin pedir información, decidió cortar y decir que era por falta de ventas. Faltaban unos días. No tiene ningún sentido. Parece que hay motivaciones políticas. La alcaldesa es del Partido Popular, que seguramente sentirá muy poco afecto por mí. Hay abogados que han denunciado el caso, porque es un delito. No era un contrato con el ayuntamiento, que nos cedía únicamente el lugar. De haberse cancelado, debí haberlo hecho yo o mi gente. Y se hará ese concierto.

Están cambiando muchas cosas en España. Le han querido quitar el nombre de Rafael Alberti a una institución.
El PP está arrasando con todo. Sacó el hacha y anda cortando cabezas.

Usó antes el término “afinar el cine”. ¿Se afina el cine como se afina una guitarra?
Un poco sí. Lo que pasa es que la guitarra se afina para que tenga un tono y el cine se afina para que tenga ritmo. Hay planos un poco largos que hay que cortar. Otros se quedaron cortos y hay que alargarlos. Durante el montaje hay que buscar equilibrios para que se tenga un ritmo. Pero, a fin y al cabo, luego, también es el tono de la película. Se parecen pero no es lo mismo.

¿Y no trajo guitarra?
No. Estoy de vacaciones.

lunes, diciembre 12, 2011

En Holguín se grita: ¡“Ponla buena otra vez” Carlos Acosta!


Lo mejor de Carlos Acosta, además de la precisión con la cual ejecuta los movimientos, es la sencillez que le impregna a la danza. Con él, el baile adquiere la condición de ejercicio cotidiano. Es una manera natural de desplazamiento, acaso porque resume a esa clase de artistas que toman su vocación sin ningún tipo de poses, sin creerse que se es superior a nadie.

El hecho se puede comprobar cuando baila, pero también cuando se queda quieto en el centro del escenario, duchado por la luz que deja ver a un mulato de 38 años, cuyo comportamiento podría ser el mismo que pueda identificarle a pasar por una acera. Quizás un día se le vea saltando mientras se va a tomar una guagua, o visita a un amigo, o llega a la sede del Ballet Nacional. Saltando o contorsionando su cuerpo al compás de la música que decida para la ocasión.

Tanta sencillez parece haber detrás de este peculiar ejemplo de la escuela cubana del ballet que el espectáculo con el cual se ha presentado en la ciudad de Holguín lo demuestra. Sucedió hace unas horas. Sobre las nueve del domingo. El Teatro Eddy Suñol estaba lleno. Se había llenado para ver al Premio Nacional de la Danza 2011. Se encendieron las luces y quedamos frente a una silla. Luego llegó él. Y todo comenzó como comienza una jornada de entrenamiento: bolsos, ropas, zapatos, sudor.

Seis coreografías fueron suficientes para arrancarle largos aplausos al público y para hacer que la Dirección de Cultura le otorgara la Condición de Hijo Ilustre. Música en vivo, gracias a la violonchelista Amparo del Riego, y grabada (Andy Cowton, Murcof, Jacques Brel). Jacques Brel le avivó el temperamento al bailarín, el genio y la maestría. Les bourgeois, se titula la obra. Era tan explosiva la unión de danza y melodía que alguien tuvo que gritar: “Ponla buena otra vez, Carlos Acosta.”

Parecería una frase ordinaria, vulgar, pero a esas alturas de la presentación qué mejor halago. “Ponerla buena” significa hacerlo bien, muy bien, tan bien como sea uno capaz de hacerlo. Y Carlos Acosta acaba de demostrar que no por gusto había conquistado el Premio Nacional de la Danza. No por gusto. No lo había merecido por haber sido alumno de Ramona de Sáa, no por haber brillado en Londres y New York, no por provenir de una familia humilde. O por eso también. Lo cierto es que “la había puesto buena” y el público lograba comprenderlo.

Se trataba de la última presentación del bailarín en esta Gira Nacional que le ha permitido llevar su manera de bailar a varias ciudades. Lo dijo en la televisión: “Lo hago ahora antes de que no pueda hacerlo.” Otra muestra de humildad: uno no es eterno. Llagará el fin, algún día. Pero, ahora, en plena forma, Acosta baila. Bailó. Solo y acompañado de Laura Ríos. Con música grabada y en vivo. Retorcía a veces sus músculos como si no fuera un hombre, sino un animal. Y la  gente trataba de cazarlo con lo que tuviera a su alcance.

   

lunes, mayo 16, 2011

Delfín Prats rompe su libro en la UNEAC


Durante las Romerías, en la UNEAC, se presentó un libro postergado del poeta Delfín Prats. Su título: Lenguaje de mudos, poemario (más bien cuaderno, advierte él) que le hiciera merecer el Premio David en 1968. El contenido homoerótico (como se dice ahora) de mucho de sus poemas provocó que el libro entonces terminara en algún almacén, o quizás en otra parte peor.

Los años han pasado. Hemos aprendido. Y el Lenguaje de mudos vuelve a imprimirse cuarentitrés años después, ahora gracias a la Editorial Cuadernos Papiro, donde se trabaja el papel manufacturado como hace años lo hacían en China y Egipto.

De la mano de la escritora Lourdes González, aquella tarde Prats contó las circunstancias en las que escribió los poemas incluidos en el texto: participaba de la bohemia habanera y tenía amigos que pertenecían a ese grupo de escritores conocidos como El Puente.

Lenguaje de Mudos contiene textos imprescindibles como el poema Humanidad, escrito de un tirón en el MINFAR, donde Prats trabajaba como traductor de Ruso. A propósito, recitó un verso ruso que en español suena más o menos así: “Si quieres vive entre los muertos, pero no contamines a los vivos con tus sueños”.

La nueva edición de Lenguaje de Mudos cuenta con un diseño atractivo, ideado por el artista Freddy García, quien aseguró: “este es libro que siempre quise hacer”. En la portada impera el color negro. 

Para la lectura debe romperse una cinta diseñada con un candado.  Delfín agarró un ejemplar y rasgó el papel. Quedaba roto el primero. “Se picó el kake”, dijo con el ejemplar abierto. El público aplaudió al poeta que ayer se comunicaba en lenguaje de mudos y, hoy, lo hace con todas las palabras del idioma, gestos, y miradas.

lunes, mayo 02, 2011

Cosme Proenza expone sus años en Holguín


La exposición del pintor Cosme Proenza “Paralelos. Cosme Proenza: Historia y Tradición del Arte Occidental” (no Universal, como he aseverado torpemente) es una muestra memorable que recoge 40 años de trabajo del artista holguinero graduado en Kiev. El título, que no es casual, devela lo que en teoría ha venido haciendo el pintor: insertarse en la tradición occidental del arte. Pero su inserción ha sido, sobre todo, desde una mirada en principio lúdica.


Así, lo comprenderemos después de pasar por las tres salas del Centro de Arte, sobre todo por la Sala Electa Arenal, donde fueron ubicadas las obras que demuestran cómo Cosme, además de poseer un excelente dominio de la técnica, tiene un vivo sentido del humor.

En la pieza especialmente realizada para esta exposición: “medio Occidental, o donde el fin justifica el Medio”, el artista logra una técnica increíble. Las propuestas que centran la llamada “capilla” involucran al público, gracias a una coordinación de perspectivas y luces que asombran a muchos.

Hasta el 31 de julio estará abierta esta muestra de Cosme Proenza en el Centro de Arte, con más de 100 cuadros y un despliegue de seguridad que, aunque lógico por el valor de las obras, parece excederse.

Los celadores, de la agencia SEPRO, no siempre encuentran las mejores maneras de persuadir al público y parece que el nerviosismo dado por la trascendencia de la muestra los pone, lamentablemente, de mal humor. Y ¿quién sufre este desenfreno? El público.

El hecho no le resta importancia al trabajo del holguinero. Tampoco queda disminuido por esto la curaduría que recayó en Ángel San Juan.. Y, entre tanto, Cosme, parece llegar con muchos bríos al año 41 de su vida profesional.


viernes, noviembre 12, 2010

Pablo Milanés canta otra vez Ámame como soy…


foto:amauri betancourt
Un joven de la PM Records, los estudios que dirige Pablo Milanés en El Vedado, nos llevó al lugar donde nos esperaba el trovador. Milanés viste de blanco y nos espera en una habitación del Hotel Pernik. Pareciera el color de su ropa una primera señal respecto a las intenciones con las que llega, luego del revuelo mediático en el que se ha visto tras sus declaraciones el pasado verano en Miami, tan controvertidas que desde La Habana le siguieron una andanada de reproches en la prensa oficial y hasta la radio y la televisión cubanos miraron con reserva la difusión de su obra.

 “Buenas”, dice, e inmediatamente estábamos en el balcón, con una magnifica vista a la Plaza-Mausoleo al General Calixto García, donde el viernes en la noche sucedería el concierto correspondiente a su paso por la ciudad. Se sienta en una silla. Lleva chancletas y espejuelos oscuros. Es Pablo Milanés, el artista que mucha gente admira o crítica. Sus canciones forman parte de la vida del cubano. Todas.  Sus criterios, revolucionan la mente de algunos, pero debido la sinceridad con que los suelta, colegas suyos, como Vicente Feliú, le acusa de haber perdido la cabeza.

Por ocho días sesenta personas recorren el Oriente de Cuba en un ómnibus chino de marca Yutong al que sigue una rastra inmensa. La rastra carga trozos de metal, sistemas de luces y un audio con potencia para 40 kilos. En el ómnibus se traslada los técnicos y magníficos músicos del grupo que le acompaña desde los años ochenta. “Será un concierto con estrenos, pero también se escucharán canciones viejas que compuse para series televisivas como Algo más que soñar y El naranjo del patio”, dice con una voz pausada, ahogado por  un racimo de  grabadoras y miradas ansiosas.    

Hace una semana rompió la Gira Nacional. Un frente frío llegaba al Occidente. En el Oriente, Tomás, un huracán que aquí sólo dejó un poco de agua, daba vueltas como un animal al acecho. La circunstancia meteorológica logró que el primer espectáculo concebido por Milanés se tambaleara. Pero, al final, Guantánamo disfrutó esta voz potente. La mejor de Iberoamérica, creen algunos colegas suyos como Joaquín Sabina. Interpretó canciones de diferentes temáticas, las más conocidas entre las que destaca Ámame como soy. Así comenzó la primera parte del periplo que le ha permito palpar la realidad de su país. "Cuba está mal", dice: "Si no hacemos algo podemos perder los que fueron nuestras conquistas."

Quizá, Pablo Milanés no sea lo que se dice un músico sonado entre los jóvenes. Aunque siga ostentando de una legión de admiradores heterogéneos, la edad, la difusión de su obra (que no es del todo mala) y el tipo de música que le ha distinguido lo conviertan hoy en un cantante cuya popularidad depende de  ciertos aspectos circunstanciales. Por ejemplo, su nombre se impone cuando participa en actos de carácter patriótico (habitual en una época) o luego de esas evaluaciones que suele hacer sobre el país donde nació y vive desde 1943.  Sin embargo, por fuerte que a sus contemporáneos le suene lo que declara, a los jóvenes el trovador bayamés pudiera resultarle ajeno.

Las eventualidades políticas han sido trascendentales para su proyección, al igual que lo fueron para todos los de la Nueva Trova desde la creación del Movimiento, incluyendo a su antiguo amigo y casi hermano Silvio Rodríguez, quien se refiere a las críticas de Milanés como "burdas" y "desamoradas". De modo que así como atrae nueva oleadas de público, otro parece alejarse, o al menos se quedan dubitativos ante lo que junto a Rodríguez considera  una herejía de su ídolo musical. "Soy un revolucionario y tengo derecho a decir lo que pienso", asegura.

Hay un grueso de sus seguidores que, sin embargo, se mantiene fiel no sólo a su obra musical, sino a su proyección personal y a su compromiso con causas diversas como la diversidad sexual o ideológica. Plantó posiciones hace mucho tiempo al emprenderla contra actitudes intolerantes de la sociedad, aún su advertencia de que no vivo en una sociedad perfecta… Recuerde usted su disco Orígenes (1994) o Plegaria (1995). Evoque aquella imagen donde el personaje encarnado por Rolando Brito en la serie Algo más que soñar cae ametrallado, mientras lo sujeta la melodía y la letra de Milanés: No ha sido fácil tener una opinión que haga valer mi vocación…

El asunto es que Milanés, quien también es promotor de los mejores ritmos cubanos, algo que dejó claro en sus trabajos discográficos titulado Años (volumen I, II y III) estaba de paso por Holguín, ofrecería un concierto que en este minuto ya es pasado y que, al escribir, ahora, aún está por suceder. 

La última gira que realizara por esta zona sucedió hace más de 20 años y, aunque el tango diga que 20 años no es nada, han pasado muchos acontecimientos por su vida: enfermedades, discos, desengaños amorosos,  canciones dedicadas a mujeres que amaba y luego no amó más pero de las cuales ni él ni su público pudo deshacese, premios... “El concepto musical básicamente es el mismo, pero uno se supera a sí mismo. Es otra forma de trabajo, es otra manera de decir.”, asegura con tranquilidad, pensando tal vez en la famosa frase de Heráclito : Nadie se baña dos veces en el mismo río. Ni el río ni el bañista serán igual.

Ya no exhibe su espendrú de antaño, por el que se le recordaba junto a sus jeans y camisa a medio desabrochar, estética que le hizo gritar a una mujer desde Coppelia a una cámara de televisión: "Quiero casarme con él. Lo amo." Ahora ha perdido pelos. sus pelos tienen canas. Y prefiere raparse, o al menos, mantener la cabellera a raya.  

En los últimos discos, sin hablar de Regalo (2007) y Como un campo de maíz (2005), que grabara en solitario, gustaba juntar su voz a la de otros amigos. “Me complace mucho cantar acompañado”, asegura. No sólo se trata de complacencia, sino de una vuelta a sus inicios, cuando participaba en programas infantiles e integró cuartetos de importancia como El Cuarteto del Rey. Mi reproche: reiteración melódica, timidez para la experimentación musical, que tan bien vendría a una voz majestuosa como la de Pablo.     

Recuerdo la última presentación de Milanés enesta ciudad. Era 1993 y para ella escogió nada menos que el estadio. La noche era lluviosa. Los días de penuria.  Yolanda, una de las mejores canciones escritas en Cuba sería coreada por la multitud. Desconozco qué pasará este noviembre. Faltan horas para el concierto. Sin embargo, ¡mire usted las cosas extrañas de este mundo!, cuando lea el texto usted, el espectáculo habrá pasado. Lo dice la canción: el tiempo, el implacable... La visita de Pablo Milanés y su grupo aún sin haber ocurrido ya es historia.