descemer en el Suñol, holguín, por javier |
Que un músico llegue a comunidades intrincadas siempre creará un doble efecto: el de la música sobre la gente y el de la gente sobre el músico. Pero este músico no hace crítica social, sino que se inspira en el amor y el desamor de la manera en que lo hicieron aquellos compositores de los cuarenta y el filin, tomando distancia de la sección más política de la Nueva Trova y de toda la Nueva Trova, que siempre ha estado relacionada con el compromiso social, aunque él sea un deudor del imprescindible movimiento, y aunque ir a una comunidad, de todas formas, sugiera una actitud comprometida con algo.
Sobre las 9 comenzó el
espectáculo. El teatro estaba abarrotado. Afuera, en una de las
intersecciones del Parque Calixto García, ocupando las sillas
dispuestas ante una pantalla, otra multitud que no alcanzó entradas
disfruta de lo que sucede. Son adolescentes y jóvenes, en mayoría.
“A los que están allá afuera, para ellos también va mi amor”,
dice el compositor y cantante que viste tonalidades rojas y lleva un
sombrero al estilo de algunos músicos de los años cincuenta. Es una
buena señal. Algo en nos recuerda al estilo de aquellos músicos
curtidos de La Habana Vieja, donde nació en 1971. Debe ser su
interés por la melodía suave, el bolero, ese modo de cantarle al
amor y al desamor.
“Cuando me enamoro” es de sus
creaciones más populares. El público la repite y nos viene a la
cabeza el video con Juan Luis Guerra y Enrique Iglesias. Entonces él
había sacado su disco con el grupo Yerba Buena, pero quién podía
imaginar que era suya aquella canción que batía récord y llegaba a
triunfar en los Grammy Latinos. Cuenta que haber conocido a Iglesias
le permitió advertir que a pesar de la fama se trata de una persona
sencilla.
Pero no solo Iglesias le ha cantado. Su
nombre está ligado al de Winsin y Yandel, Gema Corredera, Haidée
Milanés, Yusa, William Vivanco, Israel Rojas (Buena Fe), Kelvis
Ochoa e incluso el célebre bolerista cubano Fernando Álvarez a
quien le compuso temas harto conocidos.
El público interactúa con él. Los de las primeras filas cantan menos, se mueven menos, son menos espontáneos. Son localidades llenas con invitados, gente que si no sigue al cantante, al menos lo hacen sus hijos, y yendo, ahora, aprenden de qué va este tipo extrovertido y sencillo a quien acompañan seis músicos y dos cantantes.
De repente ha pasado una
hora y advierte que “Se está yendo rápido la noche”. Pero antes
quiere hacer temas conocidos, y llega “Arenas de soledad”, del
filme Habana Blues que le confirió el Goya por la música, de la
cual fue coautor. Todos cantan. Y algunos saltan. Y afuera, 20
minutos después de terminado el concierto, la multitud de
adolescentes y seguidores de todas las edades lo esperan para decirle
lo mucho que lo quieren a él, que es muy bueno, como su apellido,
chévere, dicen, y se llama Descemer.
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