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miércoles, agosto 14, 2013

El sexto de Desemer Bueno


descemer en el Suñol, holguín, por javier
Está en el pico de la popularidad. Todo el mundo canta sus canciones. Todo el mundo se sabe los títulos. ¿Cómo se llama ese, niña? "Siete días”, me dice desde la luneta aledaña, cuando él había regalado tres de sus temas; tres en el teatro, pero había cantado muchos en Holguín, porque con el del Suñol eran seis presentaciones, y agradece por ello. “Nunca en mi vida había dado tantos conciertos seguidos”, dice: “No olvidaré esta idea de llevar mi música hasta los lugares donde más la necesitan”. Y el público aplaude.
Que un músico llegue a comunidades intrincadas siempre creará un doble efecto: el de la música sobre la gente y el de la gente sobre el músico. Pero este músico no hace crítica social, sino que se inspira en el amor y el desamor de la manera en que lo hicieron aquellos compositores de los cuarenta y el filin, tomando distancia de la sección más política de la Nueva Trova y de toda la Nueva Trova, que siempre ha estado relacionada con el compromiso social, aunque él sea un deudor del imprescindible movimiento, y aunque ir a una comunidad, de todas formas, sugiera una actitud comprometida con algo.
Sobre las 9 comenzó el espectáculo. El teatro estaba abarrotado. Afuera, en una de las intersecciones del Parque Calixto García, ocupando las sillas dispuestas ante una pantalla, otra multitud que no alcanzó entradas disfruta de lo que sucede. Son adolescentes y jóvenes, en mayoría. “A los que están allá afuera, para ellos también va mi amor”, dice el compositor y cantante que viste tonalidades rojas y lleva un sombrero al estilo de algunos músicos de los años cincuenta. Es una buena señal. Algo en nos recuerda al estilo de aquellos músicos curtidos de La Habana Vieja, donde nació en 1971. Debe ser su interés por la melodía suave, el bolero, ese modo de cantarle al amor y al desamor.
“Cuando me enamoro” es de sus creaciones más populares. El público la repite y nos viene a la cabeza el video con Juan Luis Guerra y Enrique Iglesias. Entonces él había sacado su disco con el grupo Yerba Buena, pero quién podía imaginar que era suya aquella canción que batía récord y llegaba a triunfar en los Grammy Latinos. Cuenta que haber conocido a Iglesias le permitió advertir que a pesar de la fama se trata de una persona sencilla.
Pero no solo Iglesias le ha cantado. Su nombre está ligado al de Winsin y Yandel, Gema Corredera, Haidée Milanés, Yusa, William Vivanco, Israel Rojas (Buena Fe), Kelvis Ochoa e incluso el célebre bolerista cubano Fernando Álvarez a quien le compuso temas harto conocidos.
El público interactúa con él. Los de las primeras filas cantan menos, se mueven menos, son menos espontáneos. Son localidades llenas con invitados, gente que si no sigue al cantante, al menos lo hacen sus hijos, y yendo, ahora, aprenden de qué va este tipo extrovertido y sencillo a quien acompañan seis músicos y dos cantantes. 
De repente ha pasado una hora y advierte que “Se está yendo rápido la noche”. Pero antes quiere hacer temas conocidos, y llega “Arenas de soledad”, del filme Habana Blues que le confirió el Goya por la música, de la cual fue coautor. Todos cantan. Y algunos saltan. Y afuera, 20 minutos después de terminado el concierto, la multitud de adolescentes y seguidores de todas las edades lo esperan para decirle lo mucho que lo quieren a él, que es muy bueno, como su apellido, chévere, dicen, y se llama Descemer.

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