alberto pujol, mientras pinta podría pensar una canción. |
Esta semana la Orquesta Avilés interpretó
un tema de Alberto Pujol, el popular actor de la televisión y la cinematografía
cubana. Sucedió en el teatro Suñol y, escuchándolos, me puse a pensar que así
como Alberto Pujol (habitualmente llamado Albertico) era notorio por sus
certeras interpretaciones, pasaba casi desapercibido por su trabajo como compositor.
Sus canciones sin embargo tienen la propiedad de una buena obra: logran quedarse
en la mente de quien la escucha, como sucedió con ese tema que antes de a la Avilés
le escuchara a Haila.
Yo no estaba en La Habana, donde solía
verlo mientras aguardaba por las clases de en el Instituto de Periodismo. Alberto
Pujol salía de su apartamento tirado por un perro, o solo y con gafas,
caminando como caminan sus personajes, de manera natural, espontáneos. Nos
separa mucha tierra. Por suerte estamos en el siglo XXI y existe un lugar
llamado Facebook que es mejor que la aerolínea de mayor reputación. Facebook
derriba distancia.
De modo que esta mañana estaba sentado
junto Alberto Pujols para hablar de su trabajo en la música. Ambos tomábamos
café. Ambos nos dedicamos unos minutos. Y aquí el resultado.
¿Qué sabes de la música (teóricamente,
digo)?
-Estudié música (percusión) en el Conservatorio Amadeo
Roldan, con Roberto Concepción como profesor; Aida Teseiro como profesora de Solfeo.
Cursé otras asignaturas como Teoría de Apreciación Musical, Adiestramiento… en
fin, todas las que componen el cuerpo de la pedagogía para un estudiante en esta
especialidad.
¿Cuándo sentiste que la música podría
ser un modo a través del cual desahogar sentimientos?
-Antes, mucho antes de ingresar al Amadeo
Roldan. La historia con la música está en mí desde que abrí los ojos. Tuve
la suerte de crecer en el seno de una familia de músicos. Mi padre era el
director del cuarteto Voces Latinas, y desde pequeño estoy viviendo dentro de
lecciones de Armonía, dentro de montajes de voces, dentro de arreglos y
partituras escritas por gente tan emblemática, por músicos tan
emblemáticos como Juanito Márquez, Roberto Marín, Wilfredo Riquelmi y,
desde luego, rodeado de muchos artistas que hicieron época y que por añadidura
eran amigos y compañeros de trabajo de mis padres. Podría decirte que me siento
orgulloso de haber crecido y haber conocido y participado de momentos
maravillosos de la música al lado de personalidades importantes. Y te hablo
desde Gonzalo Roig, González Mantichi, Romeu y toda su tropa, Felipe Dulzaides
y de ahí para acá todos los que quieras… Esther Borja, Cuca Rivero. ¿Te
imaginas poder decir que Antonio Lázaro, primer tenor de la ópera, era
prácticamente mi tío? No sé cuántas veces escuché las obras de Puccini mientras
colábamos café. Raúl Acosta, la incuestionable voz prima del cuarteto los Meme,
es mi tío. Como entenderás fue inevitable la música como única manera para
expresarme, bien o mal.
¿Qué te inspiras a una canción?
-Muchas cosas. Lo mismo que a los
demás, una decepción, un encuentro, la casualidad, la añoranza… Pero esto de la
composición es un ejercicio que conlleva una suerte endemoniadamente
mágica. Por culpa de dos acordes se convoca una melodía, y está convoca otra y
de pronto estás atado al piano, preso de la armonía y no te hace falta nada más
en el mundo.
¿A cuáles de los intérpretes que han
popularizado tu obra recuerdas con mayor estima?
-Son muchos y todos lo han hecho muy bien.
Siempre he quedado complacido. No puedo mencionarlos a todos por temor a omitir,
pero te puedo asegurar que por las diferentes etapas que he pasado dentro de la
composición he contado con voces importantes y muy populares. Desde Mirtha
Medina a Hailita, Diana Fuentes, Leo Vera, Isaac Delgado, Miguel Angel Céspedes,
Polito Ibáñez, Rojitas, Lilian García, Beatriz Márquez, Dayami Graso, Alfredo Rodríguez
y, desde luego, Ojedita, que fue el primero que me grabó en un disco.
¿Quiénes fueron tus primeros modelos en
materia musical ajenos a la familia? ¿Qué música escuchabas?
-Esa es una pregunta bien difícil. Escuchaba
Los Beatles; Mamas and the Papas, George Gershwin,
Juanito Márquez, que no vivía ya en cuba. Reitero, el diapasón era grande y
variado. Pedro Luis Ferrer, Leo Brower… en fin, muchos músicos. Nunca he
preferido una música sobre otra.
Haber vivido en un edificio con vecinos
tan importantes como los Diego-García Marruz y el pintor Martínez Pedro influyó
en tu sensibilidad. ¿Cómo fue tu relación ellos?
-Ahora te pareceré auto suficiente pero nosotros
llegamos primero al edificio que los Diego. Martínez si vivía desde
antes, pero era muy misterioso, prácticamente inaccesible. Solo me asomaba a
través de una ventana y veía lo que hacía en sus lienzos. Entonces trataba de
copiarlos. Se lo mostraba y le decía que era idea mía. Él me decía que sí, que
era mi idea y que le gustaba mucho, pues le recordaba a un pintor que él
conocía jajajajajajaj. Así crecimos los muchachos, al lado de Martínez. Lo
admirábamos y lo odiábamos. No quería que nos montáramos en el elevador.
Conocimos mucho de Martínez y hoy me atrevo a decirte que es de los mejores dibujantes
que he visto en mi vida. .
En el caso de los Diego… lo que siempre digo: una bendición tener a los Diego-García Marruz en tu edificio, es la razón por la cual ese edificio es muy importante. Saber que podías en algún momento recurrir a Fefe, a Lichy, a Rapy y hasta la misma Fina creo que era un privilegio de los dioses. Es una familia que respeto por su intelectualidad, su proyección. Es precisamente un tronco de la cultura cubana que rige como una ceiba; la familia Diego García-Marruz, con todos sus Vitier en las ramas. Yo me siento muy honrado de decir que soy amigo de ellos.
En el caso de los Diego… lo que siempre digo: una bendición tener a los Diego-García Marruz en tu edificio, es la razón por la cual ese edificio es muy importante. Saber que podías en algún momento recurrir a Fefe, a Lichy, a Rapy y hasta la misma Fina creo que era un privilegio de los dioses. Es una familia que respeto por su intelectualidad, su proyección. Es precisamente un tronco de la cultura cubana que rige como una ceiba; la familia Diego García-Marruz, con todos sus Vitier en las ramas. Yo me siento muy honrado de decir que soy amigo de ellos.
Supongo que por tu trabajo pictórico y
musical se pueda desentrañar verdaderamente quién eres. ¿Qué intentas decirle
al mundo? ¿Qué has estado tratando de decirle a los cubanos?
-Que no soy tan fácil, no soy tan
obediente, no soy tan exacto como a veces proyectan mis personajes. Hay muchas
cosas que trato de decir, más que todo en la pintura, que en definitiva es la
que depende de mí completamente. Trato de enviar señales, trato de ser más
libre. Abogo definitivamente por un espacio más amplio, donde cada cual
exponga respetando el espacio del otro, su criterio genuino aunque sea adverso
a lo que yo piense. Nadie es dios. Nadie tiene la verdad absoluta y mucho menos
cuando tenemos una sola vida, científicamente comprobado. Yo creo que hay
que abrir las mentes. Creo que tenemos que unir, esa es mi obsesión. Soy muy
feliz cuando veo que el de al lado progresa y le va bien. De eso se trata.
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