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detalle de roberto salas |
Siguiendo
los acontecimientos, debo decirle a mis lectores (si los tengo) que
este lunes 15 de abril Roberto Zurbano, intelectual radicado en el
Callejón de Hamell, publicó la explicación a lo sucedido con
él en los últimos días, y casi en el último párrafo, escribe lo
que sigue:
“Más
allá de las recriminaciones de derecha o de la izquierda
conservadora. Pido a ambas no embullarse demasiado, pues anuncio: NO
HAY UN “CASO” ZURBANO, sino un intelectual negro revolucionario,
con la necesaria conciencia racial, que decidió trabajar en Cuba
desde la literatura, la música, las comunidades, las instituciones
culturales, los medios y el activismo social, dentro de
organizaciones antirracistas como Color Cubano o la Cofradía de la
Negritud, por el respeto y la emancipación de la población negra
cubana que se siente excluida de varios espacios y cuya
identificación con la Revolución es innegable .
El
tema de Roberto Zurbano es sencillo y fácil de explicar: Publicó un
texto en la página de opinión del The
New York Times,
cuyo título (cambiado en contra de su voluntad, actitud que él
llama: “violación ética y legal” en “prejuicio
de casi toda la lectura”)
anunciaba un criterio absoluto que hizo que algunos le cayeran en
pandilla, cuchillo en una mano, servilleta en la otra.
“Para
los negros la Revolución cubana no ha comenzado aún”, decía el
titular, y ya se alarmaban mucho, pues el propio autor es negro y en
el momento de la publicación era el director del Fondo Editorial de
Casa de las Américas, responsabilidad de la cual, dicen, fue
separado de inmediato O. inmediatamente no, sino luego de que
aquella pandilla comilona (en la cual tengo al menos un amigo)
saltara contra él desde La Jiribilla, y algún que otro blog,
aludiendo una defansa justa a la revolución que de alguna manera
“atacaba”.
Saliéndonos
de lo del título, hay que reconocer que muchos de los enfoques
sostenidos por el autor en su texto se manejan diariamente en
círculos no solo intelectuales, y que entre quienes los comparten
hay algunos que recriminan que fuera en semejante periódico donde
tuviera que darlos a conocer. Personalmente, creo que la opinión
debe respetarse, y que sea donde sea que se emita, para quien lo hace
implica un acto de responsabilidad, algo que Zurbano ha venido a
ratificar. No es ingenuidad, dice es responsabilidad. Y está bien. Y
debe entenderse.
Una
opinión personal siempre será una opinión donde quiera que se
emita, y las que generen en contra también deben ser eso, opiniones.
Espero no se transformen nunca en política editorial o cultural.
Menos en política de estado. Porque eso es lo peligroso. La
destitución en Casa de Zurbano la veo como otra torpeza desde este
lado, pues más que bien, Zurbano sabía hacer lo suyo, y lo
respetaban, y lo criticaban, y lo envidiaban por eso y por sus
criterios sobre arte y literatura desarrrolados en espacios como el
programa televisivo Sitio del Arte. Si alguien le llega a parecer
demasiado crítico, si alguien le molestan todos sus gustos, es un
problema estrictamente personal que no debió mediar en este momento
donde ya lo dice: Buscaba el debate sobre la racialidad que superare
nuestras fronteras, y los espacios tradicionales. Pero, ¿a dónde
quería llegar Zurbano? ¿qué espacios quería alcanzar? ¿El
cosmos?
Conozco
a Roberto Zurbano. Hemos intercambiado ideas y me parecen acertadas
buena parte de las posiciones que defiende en el campo de la cultura.
Mantiene una actitud que es la de muchos, aunque no se atrevan a
exteriorizar lo que piensan, y menos como él a defenderla en los
espacios que la defiende. Coincido en que es un buen momento para el
gran debate sobre el tema racial, aunque no debemos olvidar que
también se habló de ello en 1959, cuando comenzaba la Revolución
(que para nadie ha acabado. Ni debe acabar. Y si para alguien no ha
comenzado, pues debería arrancar de una vez por todas), también
protagonizada por algunos negros.
Ciertamente
el tema de la racialidad sigue estando vedado para muchos. Sigue
siendo visto con cierta preocupación o algo así. Y recuerdo que
costó bastante a quienes tomaron posturas extremas respecto a los
negros. Le costó a gente como Walterio Carbonel, por ejemplo.
Porque, aunque no parezca, en Cuba, por mucha revolución, cultura y
educación, muchos sigue mirando con reserva este asunto. Hasta los
mismos negros se miran a veces como bichos raros y se comportan de manera extravagante. Si no, que lo diga Zurbano.
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