padura una semana atrás en la feria |
Recién
he reparado en que también existe una conspiración, para que
escuchemos la peor música por ejemplo, la más banal e imprudente.
Estaba en el Yara a la espera de la tan comentada Conducta cuando reparé
en el asunto. Un concierto de media hora antes de un filme cubano. Y
era Ana Gabriel nada menos. Lloraba sus amores sufridos. Y nada pude
hacer, más que permanecer en silencio y además soportar la voz de
quien enfrente también lloraba sus amores, como el
Ano Gabriel del Caribe que probablemente fuera.
Después
me trasladé al Pabellón Cuba. Empezaba la Feria del libro y la
editorial Sed de Belleza, interesada en publicar mi difícil libro sobre Lunes
de Revolución, presentaba uno de sus últimos textos, uno de
artículos, ensayos y crónicas de Padura. Y por supuesto allí
estaba Padura ante un auditorio expectante. Terminada la charla, y cuando el autor de Herejes comenzaba a firmar
los ejemplares, a sus espaldas, quizá a un metro y medio de sus
orejas, la voz de un músico probaba micrófonos, actividad que le
tomó el tiempo que invirtió Padura en firmar, algo que pudo haber
hecho contra su propia voluntad, supongo, porque cualquiera se habría
largado con semejante ruido a las espaldas.
El
hecho me hizo reflexionar sobre las ferias de libros, momentos de los que Juan Villoro repara en su carácter más interesado en
su propósito comercial que cultural. En el caso de la nuestra, peca
también de muchas cosas, por ejemplo de priorizar lo político sobre
lo literario, lo supuestamente ideológico sobre lo artístico. Así,
autores de prestigio y valía llegan a ser tratados como
principiantes mientras una mar de personas repleta determinada sala porque en ella se presenta un libro de no sé qué diplomático o militar, o más allá se alista para el baile,
formando una masa a veces caótica y desesperante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario