retrato tomado de http://clubdeescritura.blogspot.com |
Cuando
era un adolescente hambriento de lecturas di con él. Lo primero suyo
que cayó en mis manos fueron dos poemas incluidos en un libro más
bien feo, fealdad que se debía ciertamente al año de su
publicación: 1990. Las hojas siguen siendo pardas y ásperas, y ni
siquiera el diseño de portada logra la atención del lector moderno.
¿Por qué razones lo escogí? No recuerdo. Solo sé que en Cuba
empezaba la crisis dura de los noventa y el libro estaba lleno de
poetas. Uno era Gelman.
¿Cómo
saber entonces que el argentino también vivía su crisis y que esta
era más bien renovada aquel año postrimero del siglo XX? Lo supe
por una de las poesías. Páginas 39 y 40 de aquel libro que ahora
lleva las huellas de bichos que sobre él han estado de tránsito en
estos veinticuatro años. Le han dejado una caprichosa red de puntos
negros, de nebulosas diminutas, de grietas y roturas. Donde se colocó
la poesía de Gelman no hay ni un rasguño, mas el poeta tenía
rasgada el alma. Lo contaba en un poema con titulo: El 26 de
agosto de 1976, fecha que
marca el inicio de su dolor.
El
drama del argentino Juan Gelman fue a su vez el drama de muchos otros
argentinos, hombres y mujeres que arrastran la pena de la
desaparición y muerte de miles de personas víctimas de un estado
intolerante exacerbado por una despiadada dictadura militar. Por ella
Juan perdió a sus hijos (Nora Eva y Marcelo Ariel) y a su nuera
(María Claudia). Y en los campos de concentración le hubo de nacer
una nieta que no podría abrazar hasta el año 2000. Encontrar los
restos de sus muertos llevó años a Gelman y en ellos se volvió
militante de la poesía quien ya había sido militante de partidos y
guerrillas. Y escribió versos “previamente llorados” y habló de
su dolor al mundo.
Un
día me di cuenta que al final aquel libro feo era en verdad una
antología con aspiraciones de junta para poetas militantes.
Militantes de todas clases y tendencias hay en sus más de cien
páginas grises, militantes del dogma ideológico y del dogma
poético, del amor y la libertad, de la poesía y la esperanza. Pero
probablemente entre todos ninguno fuera tan sufrido como el argentino
que en 1990, cuando se publicaba en La Habana el libro
aun en mi poder,
daba al fin con los restos de su hijo, muerto de un disparo en la
cabeza, fosilizado en cemento dentro de un barril que yacía en el
fondo de un río.
En
2007 le entregaron el Premio Cervantes a Juan Gelman y Juan Gelman
habló entonces del dolor. Siete años después la muerte lo ha sumado a su
corte. Los recuerdos de Gelman son páginas hoy. Páginas de lecciones. Lecciones de
persistencia y anhelos. Muerte y Dolor. Vida.
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