En tiempos donde la mayoría de nuestra escritura se hace a través de un teclado, virtual o real, parecen caducas algunas asignaturas como aquella pensada para domarnos la caligrafía. Confieso que odiaba estas clases cuando me tocaron en la adolescencia y una profesora se empeñaba en que repitiéramos palabras y números con el método inventado por Austin Norman Palmer a finales del siglo XIX.
El método en sí no estaba mal, y a los trazos de todas las letras dejaban
cierta majestuosidad y elegancia, pero uno, por ir rápido, creía que aquellos
ejercicios actuaban como actúa el látigo para el corcel salvaje, como si del
árbol se pretendiera un bonsái, y entonces terminaba por odiar a Palmer y a la profesora
de caligrafía. Y maldecía a la De por su moñito y a la Hache con su pata suelta. Y ni hablar del
lápiz con una punta fina y la goma de borrar que había que tener
obligatoriamente, irremediablemente, a mano.
Cuando descubro que mis trazos hoy se han dislocado recuerdo aquella
asignatura llamada Caligrafía, antigualla para quienes pasamos la escuela. Incluso
para quienes aún no la sobrepasan lo será. Porque, con esto de escribirlo todo
mediante teclados, la escritura a mano se vuelve cada día más rebelde, a cada
hora más indescifrable. Las cartas parecieran volverse recetarios médicos, si
acaso alguien escribe cartas a mano todavía.
Quizá sea la velocidad impuesta por la vida moderna la que nos obligue a
relegar el viejo estilo de escribir a mano, moviendo la muñeca despacio para no
atrofiarla. Yo mismo creo que se avanza más tecleando; pero, no por ello considero
que se deba descuidar la vieja tradición. Al contrario, habrá que dedicarle
unos minutos al día.
Probablemente el final de la tarde sea el momento idóneo para repetir óvalos
por toda la libreta. Tal vez antes de la cena debamos ejercitar las rallas entre
líneas, como si se imitara el movimiento de las olas o se quisiera reflejar un
campo de gramíneas. Quizá no sea ni lo uno ni lo otro y solo se trate de nuestra
propia caligrafía, cuando solo a través de rallas nos podamos comunicar.
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