Nunca
una foto había sido tan elogiada como esta que les muestro. Su
nombre se debe al recuerdo de lecciones elementales aprendidas en la
primaria que saltaron en la memoria cuando el paisaje ganó mi
atención.
Caía
la tarde y la estela del avión que iba no sé a dónde producía en
el cielo el efecto de una zanja, casi una herida dorada o blanca a un
costado del cielo, un corte ante mis ojos que le vieron cruzarse con
los cables de las redes eléctricas, los muchos cables que hay
frente, los montones de cables que pasan delante en la mañana y al
anochecer para llevar la electricidad de un lado a otro.
Yo
no vi cables sino figuras, un hermoso cuadro donde los triángulos
danzaban como caleidoscopio. Parecían reproducirse y
llegue a pensar que de practicarme un test psicométrico me
habrían acusado de una acentuada lascivia. Porque alguien me contó
una vez que eso querían decir los triángulos, o eso llamaban en el
inconsciente, los triángulos eran el sexo. Más fue triángulos
equiláteros, isósceles y rectos, triángulos de Kepler y esféricos
y de Bézier y hasta de Sierpinski. Tal fue lo que atisbé y por eso
aludí con su nombre a la más antigua de las ciencias.
Hoy
sin embargo me hablan de que mi foto ha servido en una asamblea para
ilustrar despropósitos ideológicos, eso que algunos llaman segundas
intenciones, pues quien la toma de ejemplo no ha visto triángulos en
el test, y bien estuviera si los viera. Su interpretación arroja
confabulaciones, pretextos para criticar el país, la provincia, la
ciudad y por supuesto el reparto donde vivo. Con la evasiva de
retratar el cielo el autor de tan “infausta” imagen, se ha dicho
en asamblea, descubre al mundo la red eléctrica, exponiendo al
enemigo nuestros patrióticos cables, dejando ver sus entramados
ideológicos, mostrando nuestro vulnerable tendido cultural.
Nunca
se vio una interpretación tan aberrante para una simple fotografía.
Nunca un personaje que el tiempo habrá de tragarse develó tanta
mediocridad e ineptitud para la matemática, y también la poesía.
Como si en su cabeza un cilindro gigante se abalanzara, un gran
circulo, una esfera, aplanadora, cero. El cero más inútil de todos
los ceros llegando, el de la inopia y la imbecilidad, el cero que
nunca ha sido digno de la geometría.
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