A Juan Villoro dedican la Semana de
autor que cada año a fines de noviembre promueve Casa de las Américas. Muchos
lectores se frotan las manos con lo que serán algo así como siete días en los
que el autor intercambiará con colegas y seguidores, y sobre todo recorrerá La Habana
en acto que quizá no implique tanto riesgo como el que buscan sus personajes de
Arrecife.
Arrecife ha sido la quinta novela
publicada por el narrador, ensayista y periodista nacido en septiembre de 1956 en
el Distrito Federal de México. Fue publicada por la editorial Anagrama y a las
muchas interpretaciones que ha tenido sumará en noviembre la del poeta y
narrador holguinero Eugenio Marrón, uno de los intelectuales cubanos invitados
al homenaje.
Si Marrón en Casa reflexionó ya sobre
William Ospina, ahora lo hará a propósito de Villoro, especialmente a partir de
la escritura de Arrecife, novela que
considera “una especie de fábula de un siglo que comienza donde las marcas
violentas conducen a un agujero negro.”
Para el holguinero, lector analítico, con
El disparo de argón y El testigo leídas desde antes, Arrecife,
ratifica “el alto rigor del oficio de novelista con capacidad para crear, como
dice Vargas Llosa, historias y seres hechizos que te cautivan.” Tampoco desdeña
el paso del mexicano por oficios como el periodismo, dignamente ejercitados
mediante entregas a revistas y periódicos como La Jornada:
“Es un periodista sagaz, con un
extraordinario manejo de la crónica. Aparte, es ensayista de elegancia y
perspicacia tremenda, que con igual dominio penetra en la lectura de Cervantes,
Shakespeare, Pitol y Bolaño. Sabe que el arte del ensayo entrelaza elegancia y sabor
de la prosa con lo puntual y lo más arraigado a la mirada personal.”
Ahora también se informa en la red que Villoro
integrará el Colegio Nacional, una institución fundada en 1943 y a la cual han
pertenecido nombres fundamentales de la intelectualidad de su país como Mariano
Azuela, Alfonso Reyes, Carlos Fuentes, Fernando del Paso, José Emilio Pacheco o
su padre, Luis Villoro.
También profesor de la UNAM, Villoro,
que ha sustentado su carrera con premios como el Herralde o el Iberoaméricano de Letras José
Donoso, no escatima temas para dialogar con sus coterráneos y colocarles
delante el mundo que muchas veces no llegan a ver por el envilecimiento de los
tiempos.
“En Villoro la lengua española alcanza
un esplendor que lo convierte en digno heredero de los escritores del boom, de
los de antes y de los de después”, apunta Marrón.
Por lo pronto solo queda esperar unas
semanas para que Casa de las Américas abra las puertas a siete días dedicados a
analizar la obra del mexicano como la ha hecho antes con escritores del
continente como el brasileño Rubem Fonseca, el argentino Ricardo Piglia, el
chileno Pedro Lemebel o el cubano Leonardo Padura.
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