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jueves, octubre 07, 2010

Con Mario Vargas Llosa el Nobel de Literatura regresa a Latinoamérica

Después de 20 años, cuando lo obtuviera el mexicano Octavio Paz, el Premio Nobel de Literatura ha ido a parar a manos de un latinoamericano. Se trata del peruano Mario Vargas Llosa (1936), unos de los primeros exponentes del llamado Boom de la literatura en la región, prolífico novelista y controvertido político. Vargas Llosa ha desarrollado una forma narrativa realista, directa y experimental, y hace años aparecía entre los favoritos para merecer semejante premio.

Aunque su nombre seguía sonando como posible ganador, hasta ayer los apostadores daban como favoritos a escritores de lenguas no hispanas. Por ejemplo, un nombre que se manejo fue el norteamericano Norman Mc Carthy. Sin embargo, se anunció en las primeras horas de la mañana (hora de Cuba) que el ganador este año no era un desconocido para el público cubano, aún cuando Vargas Llosa no las tenga todas ganadas con la Revolución y hace mucho no se publique aquí nada suyo. El Premio Nobel del 2010 era nada más y nada menos que el autor de una historia repetida mil veces en la televisión cubana: Pantaleón y las visitadoras.

Pese al alejamiento entre Cuba y Vargas Llosa, que tiene sus razones eminentemente políticas, el autor de La Ciudad y los perros es un intelectual que muchos en Cuba persiguen y veneran. Los estudiantes le leen. Los escritores lo analizan. En las librerías se comercializan sus novelas y relatos, los mismos que le ganaran la celebridad desde 1963 cuando mereciera el Biblioteca Breve por su magnífica historia de jóvenes cadetes. La novela era una recreación cruel de su experiencia en el colegio militar Leoncio Prado.

Pero aquel era sólo el inicio, un inicio poderoso la verdad, porque después, y por intervalos de tres años, el peruano radicado en España se aparecería con dos libros aún más renovadores: La casa verde (1966), por la que mereciera el “Rómulo Gallegos”, y Conversación en la Catedral (1969). Luego, ha seguido entregando novelas sustanciosas sobre la realidad de su natal Perú o lugares de América: La Guerra del fin del mundo (1981), una vuelta a la historia del brasileño Euclides da Cunha, subrayó que era un escritor poderoso que no había perdido la vitalidad aunque a principio de los ochenta muchos lo creían en picada. Pues no, pese a que sus novelas más citadas (y vigorosas, la verdad) fueron escritas antes de esta fecha, para los finales del siglo XX Vargas Llosa tenía guardadas historias no menos trascendentales como ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986) o Elogio de la madrastra (1988), una historia que rozaba, junto al análisis del poder y el sexo, uno de sus aspectos recurrentes: el erotismo.

Con ensayos sobre sus maestros (Flaubert) y antiguos amigos (García Márquez), con obras de teatro y artículos políticos, Mario Vargas Llosa ha sido de los escritores latinoamericanos más influyentes de los últimos tiempos. Hasta Cuba llegó a principios de la Revolución y mantuvo su amistad y vinculo con la Casa de las Américas hasta finales de la década de los sesenta cuando rompió abruptamente con la Isla, y menguaba su relación con la izquierda.

Hasta ayer su nombre sonaba como posible ganador del Nobel 2010, pero nada había seguro. Otros escritores de esta parte del mundo fueron valorados para el premio: Juan Gelman y Ernesto Sábato… Mas, Vargas Llosa fue el ganador. Cierra su ciclo de premios con el único que le faltaba, el Nobel. El escritor seguirá escribiendo. Nos divertiremos con su literatura. Sufriremos con sus historias. Algunas veces despreciaremos sus conclusiones políticas que en nuestra prensa, esta vez, ha pesado más en la balanza. Pero, su escritura será poderosa, de la mejor, seguro. Eso no lo duda nadie.

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